Dicen que la adolescencia es una edad difícil y quién mejor que nosotros para saberlo. No solo tenemos que afrontar esos cambios de humor (en especial las chicas) que son motivo de peleas y malos entendidos, sino los cambios físicos que se producen a un ritmo difícil de comprender y que ocasionan que cada vez que nos vemos al espejo nos den ganas de que nos “trague la tierra”.Aunque suene exagerado, los barritos, espinillas, manchas y demás apariciones indeseables pueden ocasionarnos un problema no solo en nuestro aspecto físico, sino un gran daño en nuestra autoestima.
Sin embargo, tampoco quiere decir que nos vamos a esconder del mundo o a morir de la impresión por ello. Afortunadamente, hay varias formas de tratar y prevenir esas imperfecciones. Como todo en la vida, solo hay que saber cuál es la que más nos conviene.
Como la piel adolescente es muy sensible tiene que estar continuamente protegida, pero con productos adecuados para nuestra edad. Hay que usar crema hidratante al acostarnos y en las mañanas, pero nada de productos anti-arrugas o similares porque además de que nuestro cutis no los necesita puede afectar el normal desarrollo de los tejidos de la piel.
De manera general, podemos recurrir a cualquier tratamiento de peeling o exfoliación, siempre y cuando no usen rayos láser, especialmente si cuando se realiza la limpieza facial alrededor de los ojos. Así mismo, hay que evitar -por lo menos durante unos años- las máquinas tensoras que tonifican los músculos mediante ondas vibratorias porque un uso constante puede hacer más vulnerables al cáncer a la piel.
A propósito de este cáncer, el bronceado artificial tampoco es recomendable y menos si se nos ocurre combinarlo con una exposición solar sin protector corporal y de labios. Y en cuanto al cuidado capilar, no nos olvidemos de los reacondicionamientos quincenales y no excedernos con el uso de la secadora y plancha laciadora.
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